Hola, muy buenos días, tardes o noches, les saluda su amigo Víctor Horizonte. Hoy quiero reflexionar sobre un trágico acontecimiento que ocurrió en Aguachica, en el departamento del Cesar, Colombia. Una familia cristiana, compuesta por el padre, la madre y dos hijos, perdió la vida de manera injusta en un ataque que, según se cree, fue un error.
Este lamentable hecho nos lleva a reflexionar sobre la fragilidad de la vida y la violencia que sigue cobrando víctimas inocentes en muchas partes del mundo. Una familia que seguramente compartía un momento de tranquilidad y unidad en un restaurante, de pronto fue alcanzada por un acto que, aunque se considere un error, no deja de ser una tragedia irreparable.
Nos hace preguntarnos: ¿hasta cuándo permitiremos que la violencia siga siendo parte de nuestro día a día? ¿Hasta cuándo dejaremos que el odio, la desinformación o los errores humanos sigan arrebatando vidas que deberían estar llenas de amor, esperanza y futuro?
Hoy, más que nunca, debemos unirnos en oración y acción para construir un mundo donde el respeto por la vida sea un valor supremo. Como sociedad, necesitamos buscar caminos de paz y reconciliación, entender que cada ser humano tiene un propósito y que la violencia jamás será la solución.
Que este suceso no sea solo un recuerdo doloroso, sino un llamado a trabajar por un cambio profundo. Que la memoria de esta familia sea una luz que nos inspire a ser agentes de paz, amor y justicia.
Con mucho respeto, envío mis condolencias a los familiares y amigos de las víctimas. Que Dios les dé fortaleza y consuelo en este difícil momento. Y a todos ustedes, les invito a reflexionar sobre cómo podemos ser parte de la solución, cómo podemos contribuir a que tragedias como esta no se repitan.
Gracias por escucharme, y recuerden: la paz comienza en el corazón de cada uno de nosotros. Hasta la próxima.
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