Donald Trump, con su estilo divisivo y su inclinación por las declaraciones provocadoras, ha sido una figura que no deja indiferente a nadie. Si bien su lema fue "Make America Great Again", muchas de sus acciones parecen buscar más la controversia que el progreso real. Cambiar nombres geográficos con una narrativa nacionalista, como sugerir que el Golfo de México debería llamarse "Golfo de América", demuestra un nivel de arrogancia e ignorancia histórica que ofende a muchos. Los nombres de lugares tienen raíces culturales y significados profundos que no pueden borrarse con decretos caprichosos.
La idea de tomar el Canal de Panamá "por la fuerza" refleja un pensamiento imperialista del siglo pasado, que desconoce los avances diplomáticos y los derechos de las naciones soberanas. Este tipo de comentarios no solo son irresponsables, sino que además ignoran los costos humanos y diplomáticos que semejantes acciones conllevarían. Es un recordatorio de su retórica de "bulldozer", donde los intereses de otros países se minimizan en favor de un supuesto beneficio estadounidense.
En cuanto a su herencia, Trump representa una paradoja: hijo de inmigrantes, y aún así, uno de los líderes más vocales contra la inmigración. Su padre, de origen alemán, y su madre, escocesa, construyeron una vida en Estados Unidos, lo que subraya la hipocresía de su narrativa antiinmigrante. Además, su desconexión con las raíces multiculturales de América y su actitud divisiva contradicen la idea misma del "Sueño Americano".
Su carácter mentiroso y manipulador queda en evidencia con la facilidad con la que lanza afirmaciones sin fundamento y rehúye la responsabilidad de sus propios actos. Trump no solo manipula la verdad, sino que también polariza a la sociedad con un discurso que apela al miedo y a la desinformación.
En conclusión, más que hacer "América grande otra vez", parece que Trump busca moldearla a su imagen y semejanza: impulsiva, divisiva y egoísta. Su legado está lleno de controversias, muchas de las cuales no buscan un mejor futuro para la nación, sino alimentar su propio ego. La historia juzgará si su impacto fue tan "grande" como él lo proclama o tan destructivo como muchos ya lo ven.
Pura vida a todos los trompistas y que DIOS los bendiga y que DIOS y la vida de a cada uno su recompensa sea buena o mala