Sí… Lo que ocurrió en esa discoteca en República Dominicana fue un golpe para todos. Más de 100 personas perdieron la vida de un momento a otro, en medio de un concierto, celebrando, bailando, viviendo. Y ahí es cuando uno se da cuenta de lo frágil que es la vida. ¿Cuánta gente joven murió ahí? ¿Cuántos sueños quedaron en pausa para siempre?
Entonces yo me pregunto:
¿Para qué tanto orgullo? ¿Para qué tanta vanidad? ¿Para qué creerse más que los demás?
La muerte no avisa. No distingue entre ricos o pobres. Cuando llega, lo deja todo atrás: dinero, belleza, fama, salud… nada de eso importa.
Lo único que vale es cómo tratamos a los demás. Cómo vivimos.
¿Para qué humillar? ¿Para qué presumir? Si al final todos nos vamos igual…
Seamos humildes, seamos humanos.
Valoremos más la vida, valoremos a los que amamos.
Dejemos el ego, sembremos amor.
Mañana puede ser muy tarde.
Mi humilde opinión Alfredo Ortega Lanza.